26 marzo 2015

DEL CORREO DEL BLOG

El apocalipsis ambiental que se avecina


El proyecto más importante de la administración de Enrique Peña Nieto, el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, NACM, cuya primera etapa de construcción terminará en cinco años, provocará en los terrenos donde va a asentarse 73 impactos ambientales, según la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) presentada por el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México en septiembre pasado.
A pesar de que 86.3% de esos impactos son negativos y ocasionarán irremisiblemente la destrucción de flora y fauna en esa zona de Texcoco, la Manifestación fue aprobada hace tres meses por la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de la Semarnat.

La mayoría de dichos impactos adversos —44 en total— ocurrirán durante las etapas de preparación del sitio y construcción de la obra; los 29 restantes sucederán durante los periodos de operación y mantenimiento.

Según la Manifestación, las obras modificarán de manera inevitable “las características fisicoquímicas de los cuerpos de agua por contaminación”, eliminarán vegetación en altísimas cantidades, “lo que provocará la disminución de nichos ecológicos”, y provocarán, “debido a su lento desplazamiento”, una gran mortandad entre los anfibios que actualmente habitan en la zona.

Habrá también “modificación de los esquemas de migración de aves protegidas por la NOM-059-SEMARNAT-2010”, se afectará o dañará material arqueológico durante las operaciones de despalme y excavación, y “se disminuirá la disposición hídrica de la zona, debido a la desecación de cuerpos de agua”.

La Manifestación asegura que todos esos impactos pueden ser mitigados: los relacionados con la hidrodinámica, por ejemplo, a través de vasos de regulación y de la creación de nuevos cuerpos de agua; los netamente ambientales, mediante programas de compensación y reubicación de especies.

Diversas organizaciones ambientalistas, como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, Cemda, han señalado, sin embargo, que la Evaluación de Impacto aprobada por la Semarnat presenta errores, no cumple los estándares internacionales, admite serias fallas estructurales y es usada por el gobierno como “mecanismo de validación de impacto”.

Un dato importante es que el despacho que elaboró la Manifestación fue creado por el actual subsecretario de Planeación y Política Ambiental de la Semarnat, Rodolfo Lacy Tamayo, lo que ha generado entre los grupos ambientalistas la idea de que la aprobación fue realizada “de manera discrecional”.

Las organizaciones han comprobado que el número de especies documentadas por la Manifestación es mucho menor a las que ha identificado la mayor autoridad en la materia: la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad, Conabio.

Entre otros errores, dicen, la Manifestación no estipula la existencia de especies endémicas, aunque en esa región de Texcoco existen 17. Las críticas señalan también que el documento es contradictorio: afirma por ejemplo que el lago Nabor Carrillo fungirá como cuerpo de agua para el control de fauna, y más tarde presenta el mismo lago como vaso regulador de drenaje.

Según la Cemda, no existe información que contraste la presentada por el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, ni se han abierto vías para que el millón 13 mil 470 personas que habitan un radio de siete kilómetros alrededor del nuevo aeropuerto, tengan acceso a información que les indique la magnitud del apocalipsis ecológico que se avecina.

La operación aérea se realizará sobre zonas densamente pobladas, Ecatepec y Nezahualcóyotl, y obligará a la población a habitar en conos de ruido insoportables (130 decibeles: el despegue de un avión).

La vigencia del resolutivo aprobado ¡es de cien años! No tardaremos en ver, sin embargo, la politización del debate. Una lucha encarnizada entre el gobierno federal y los partidos políticos que, alrededor del aeropuerto, están pastoreando ya a los grupos sociales de Texcoco.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com